Diario CÓRDOBA 5 de febrero 1992
Sebastián Muriel
Si repasamos la prensa diaria o los suplementos semanales podemos observar en las páginas dedicadas a publicidad frases como estas: “470.000 pixels en su sensor digital”, “Sistema de seguridad Procon-ten”, “Sistema operativo UNIX”, “Nuestra estrella de la impresión: La Láser LP-300”, “Televisor con circuitos digitales”, “¿Qué prefiere tracción total o tracción integral?”, “Suspensión con regulación automática: Sistema Mivomat”, etc.
Como podemos apreciar la publicidad relacionada con Ciencia y Tecnología está hecha por y para entendidos; expertos que pueden traducir en servicio, funcionalidad o seguridad unas palabras o frases ininteligibles para la mayoría de los consumidores / compradores.
Frente a la blancura de un detergente, el frescor de un perfume o la utilidad de un papel de aluminio, la publicidad relacionada con los objetos técnicos se vuelve oscura, opaca y hasta podríamos concluir que provoca o puede provocar desconfianza. Frecuentemente esta opacidad se vuelve “transparencia” porque el usuario ve que aquello – se llame como se llame y funcione como funcione – funciona.
No podemos discernir si la calidad es buena o mala, no sabemos cuánto durará porque desconocemos el material del que está hecho y las técnicas de fabricación, sabemos que cada nuevo modelo es más sofisticado y menos entendido…..pero lo cierto es que lo compramos y la mayoría de las veces funciona bien. ¡Eso es lo importante!
Desde luego no podemos pretender que todos sepamos de informática, mecánica, electrónica, economía, nuevos materiales, ondas…pero hemos de reconocer que unas nociones básicas sobre el diseño, construcción y funcionamiento de cualquier objeto vendría muy bien a personas concretas y a la sociedad en general. Sobre todo al usuario / comprador. Estamos en una sociedad inculta e ignorante en cuanto a Ciencia y Tecnología se refiere. Vivimos felices con nuestra ignorancia y preferimos que otros nos solucionen estos problemas. El desarrollo, el progreso y la democracia necesitan personas bien informadas y está claro que esta labor es tarea de toda la sociedad. La libertad está reñida con la ignorancia.
Y todo lo dicho ¿por qué? Pienso que las casas comerciales deberían de esforzarse en que el gran público, los clientes, comprendan el funcionamiento de lo que se compra. Es necesario que la gente se eduque y se esfuerce en saber cómo se fabrica y cuánto puede durar el objeto elegido. Incluso se debería de aprender a reparar algunas sencillas averías más frecuentes.
En mi opinión no debemos conformarnos con un manual de instrucciones donde se indique lo que puede hacerse; sería interesante conocer la historia del objeto que compramos, su mantenimiento, pequeños arreglos, saber para qué sirven todas sus partes etc……todos los datos servirán para tener unos clientes más informados y unas empresas mejor consideradas por los mismos.
Sería curioso ver que ocurre con un gabinete didáctico en las casas comerciales que expliquen todo lo anterior a los nuevos usuarios. Se podrían dar cursos o explicaciones organizadas, todo tipo de folletos, vídeos….puestos a imaginar – exageradamente - no se podría vender un objeto a nadie que no demostrara previamente unos conocimientos básicos sobre el mismo. Se evitarían accidentes y averías (los libritos de instrucciones los lee poca gente y mucha menos a fondo, aparte del lenguaje específico que utilizan), aumentaría el grado de satisfacción de los clientes, las empresas ganarían credibilidad al preocuparse del cliente y el eterno, al parecer, divorcio entre Ciencia-Tecnología y Sociedad sufriría continuos intentos de nulidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario