Diario CÓRDOBA 5 de febrero 1992
Sebastián Muriel

Como podemos apreciar la publicidad relacionada con Ciencia y Tecnología está hecha por y para entendidos; expertos que pueden traducir en servicio, funcionalidad o seguridad unas palabras o frases ininteligibles para la mayoría de los consumidores / compradores.
Frente a la blancura de un detergente, el frescor de un perfume o la utilidad de un papel de aluminio, la publicidad relacionada con los objetos técnicos se vuelve oscura, opaca y hasta podríamos concluir que provoca o puede provocar desconfianza. Frecuentemente esta opacidad se vuelve “transparencia” porque el usuario ve que aquello – se llame como se llame y funcione como funcione – funciona.

Desde luego no podemos pretender que todos sepamos de informática, mecánica, electrónica, economía, nuevos materiales, ondas…pero hemos de reconocer que unas nociones básicas sobre el diseño, construcción y funcionamiento de cualquier objeto vendría muy bien a personas concretas y a la sociedad en general. Sobre todo al usuario / comprador. Estamos en una sociedad inculta e ignorante en cuanto a Ciencia y Tecnología se refiere. Vivimos felices con nuestra ignorancia y preferimos que otros nos solucionen estos problemas. El desarrollo, el progreso y la democracia necesitan personas bien informadas y está claro que esta labor es tarea de toda la sociedad. La libertad está reñida con la ignorancia.

En mi opinión no debemos conformarnos con un manual de instrucciones donde se indique lo que puede hacerse; sería interesante conocer la historia del objeto que compramos, su mantenimiento, pequeños arreglos, saber para qué sirven todas sus partes etc……todos los datos servirán para tener unos clientes más informados y unas empresas mejor consideradas por los mismos.

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