Dimensión científica de la cultura*1991
Sebastián Muriel * Diario Córdoba, miércoles 27 de Noviembre – pag 30
Cultura, culto, cultivar……son términos amplios, que referidos al conjunto de conocimientos científicos, literarios y artísticos de una persona, pueblo o época nos dan una referencia clara de sus capacidades, logros y pensamientos.
Con frecuencia, personas e instituciones de prestigio dejan ver una concepción muy limitada de la cultura, trasluciendo en sus actuaciones una visión predominantemente humanista y huyendo de connotaciones relativas a la Ciencia y a la Tecnología.
En mi opinión, esta situación responde a una deficiente formación cultural y a una Historia del Hombre en la que la tradición ha puesto el acento en las Bellas Artes ( Pintura, Escultura y Arquitectura) , en la Lengua y Literatura junto con la Historia y la Filosofía. En este contexto, la mayoría recordamos con mas facilidad nombres de escritores, pintores o filósofos que nombres de científicos o técnicos. Se tiene la sensación de que las cosas de la Técnica y de las Ciencias son para usarlas y las de las Letras y Bellas Artes entran a formar parte del disfrute por medio del espíritu.
También es cierto que las Ciencias y las Tecnologías empiezan a tener prestigio y difusión social en el Renacimiento, con figuras como Leonardo da Vinci ( 1452 – 1519), Copérnico ( 1473 – 1543), Colón ( 1452 – 1506), Miguel Servet ( 1511- 1553), Tycho Brahe (1546 – 1601), etcétera. Pero…..conviene no olvidar que el mismo Galileo ( 1564 – 1642) tuvo que renunciar a sus ideas, sacadas de sus minuciosas observaciones, en favor de otras más conservadoras ( y erróneas) sacadas de la tradición y no confirmadas por ninguna experiencia. Es decir, la Ciencia tenía tan poco peso en la sociedad que un párrafo, completamente accesorio de las Sagradas Escrituras, era mucho mas “convincente” ( para una clase dominante y en teoría culta) que una experiencia y unas explicaciones con posibilidades de ser contrastadas.
En la época actual, aunque las Ciencias y las Tecnologías tienen un peso tremendo en el desarrollo de nuestra civilización, la población resulta ser bastante analfabeta en cuestiones científico – técnicas, a pesar de que estas les afectan profundamente ( alimentación, medio ambiente, multitud de objetos tecnológicos, salud personal y colectiva, etcétera).
La falta de una tradición científica en nuestro país, el hecho de no haberse producido una auténtica revolución industrial, la casi carencia de iniciativas privadas en líneas de investigación y todo unido a la falta de recursos y una política eficaz diseñada desde la Administración del Estado nos ha conducido a una colonización – en este sentido bastante lamentable – y sobre todo bastante cara, ya que los desembolsos en royalties y derechos de autor en el campo industrial y tecnológico suponen una considerable fuente de ingresos para países que sí han desarrollado una política adecuada en este sector.
El caso es que por unas razones o por otras, la Ciencia y la Tecnología española no están consideradas como patrimonio cultural del país, salvo por un sector minoritario y mas cualificado que sabe valorar las aportaciones de insignes científicos españoles.
Que maravilla sería poder encontrar juntas en una exposición o en un museo, las realizaciones de Torres Quevedo, Isaac Peral, Narciso Monturiol, Ramón y Cajal, Juan de la Cierva, Severo Ochoa, Alejandro Goicoechea, Juan Oró, Santiago Grisolía, Mariano Barbacid, Julio Palacios, etc.
Análogamente, he de reconocer que sería gratificante encontrar una excursión a una central hidroeléctrica, a una refinería o a una mina en las guías de ocio de ciudades. Una estación meteorológica, un observatorio astronómico, un Jardín Botánico o un Museo de Ciencias Naturales son lugares donde el aprendizaje y el ocio de niños, jóvenes y adultos se compaginarían de forma sencilla y agradable. Por otra parte, hay que poner de relieve que la mayoría de excursiones y visitas que realizan los alumnos de nuestros colegios e institutos no conducen a este tipo de instalaciones.
Desde luego, tengo que manifestar que no todo el mundo puede mostrar interés por conocer un observatorio de pájaros o una central nuclear, pero no creo que resulte mas sencillo interpretar unas obras de Picasso, analizar el contexto histórico de
la Dama de Elche o mantener una conversación sobre la trayectoria profesional de Camilo José Cela.
No estoy proponiendo que las actividades científico – técnicas suplanten o desplacen a las de Humanidades, ni mucho menos; lo único que pretendo decir es que como manifestaciones de la cultura que son, deben de considerarse al mismo nivel por el conjunto de la sociedad.
Ciencia y Tecnología no pueden crecer al margen del ciudadano sino que, por el contrario, tienen que existir unas conexiones que faciliten el control y el conocimiento de estas actividades por quién tanto dinero está invirtiendo en su desarrollo y mantenimiento.
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